e6. El peón del rey negro
avanza una casilla. Es una respuesta conservadora a la apertura inglesa
planteada por las blancas. El peón negro, pues, se aleja de su rey, pero escasamente. El
peón negro es tímido y teme las probables y futuras aguas turbulentas del
centro del tablero. El peón negro retrasa o pospone el baño en el centro de un tablero
que todavía está frío. El peón negro avanza un pie escaso, no se mueve de la
sexta fila. Se siente seguro en su asiento, en la orilla del mar.
Boris Spassky se encontraba
lejos de la orilla del mar Blanco. Boris estaba en la ciudad de Kírov, en la
antigua provincia de Viatka, en el puro centro de la Rusia europea. Boris estaba
rodeado de una guerra mundial, en la plenitud bélica de los años cuarenta. La
ciudad había sido un lugar de destierro durante la época zarista; y ahora también
lo era. Hace diez años que la ciudad se llamaba así, en honor de Serguéi Kírov,
dirigente soviético de la primera hora que dirigió la construcción del Belomorkanal, un canal que unía el mar Blanco con el Báltico, a lo largo
del río Neva, atravesando los lagos Onega y Ladoga. Un canal inútil y mortal, donde murieron decenas de miles de presos durante su construcción.
Siete meses al año permanece cerrado el Belomorkanal a causa del hielo; y durante los
otros cinco sólo pueden navegarlo barcos con un calado inferior a los cuatro
metros. Luego no resulta muy práctico el Belomorkanal.
Kírov fue asesinado en el
edificio del soviet de Leningrado. Según la versión oficial, el criminal estaba
apoyado por el trío Zinoviev-Yagoda-Trotsky. Un complot, se dijo. El crimen trataba de contrarrestar
el poder que empezaba a concentrar Stalin a su alrededor, pues Kírov era
colaborador suyo. Sin embargo, Kírov se estaba distanciando de Stalin…, y éste
fue el principal beneficiario de la muerte de aquél... Así que no está claro
quién ordenó el asesinato. En todo caso, el trío cayó, uno detrás de otro --Zinoviev,
Yagoda, Trotsky--, en la ola de purgas masivas ordenadas por Stalin a partir de
entonces. La ola llegó hasta México, donde Trotsky había encontrado inseguro
refugio.
Boris Spassky realizaba los
primeros movimientos sobre el triste tablero de ajedrez del orfanato, en medio
de la oscuridad de guerras y purgas. La luz se iba y no venía. Las figuras de ajedrez, pensaba Boris, tienen una muerte de madera.
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